Vivimos tiempos complicados para la lucha ciudadana. Tiempos de gran confrontación política y social. Tiempos poco amables para la reflexión, la reunión, la conversación… y eso sitúa al movimiento vecinal y al movimiento feminista, en un lugar muy delicado
Por Silvia González Iturraspe, Red Estatal de Mujeres Vecinales
Las asociaciones vecinales han sido históricamente lugares de encuentro y diversidad, espacios desde los que pensar y proponer barrios y pueblos más humanos, más solidarios y justos. Pero el COVID, y también la creciente crispación política y social, no están poniendo las cosas fáciles. ¿Cómo afrontamos este 8 de marzo las mujeres del movimiento vecinal?
Por un lado, tratando de combatir el discurso extremista que criminaliza la lucha y la protesta en la calle. No olvidamos que en las primeras semanas de la pandemia no pocos líderes y medios intentaron culpar al movimiento 8M de los contagios que, por otro lado, crecían incesantemente a escala global.
Después, denunciando con nuestros escasos recursos la extrema situación de vulnerabilidad que viven las mujeres víctimas de violencia de género en nuestros barrios y municipios. Sabemos que “las paredes oyen”, y en nuestros humildes barrios y pueblos nos faltan medios para combatir esta lacra que afecta a quienes más cerca tenemos. Efectivamente, el confinamiento y la distancia social han puesto en un lugar crítico la vida de miles de mujeres que sufren la violencia machista hoy, en muchos casos, sin posibilidad de pedir auxilio fuera de “su hogar”.
Pero también afrontamos este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, evidenciando cómo la falta de políticas de conciliación han hecho la vida imposible a aquellas mujeres encargadas ahora de trabajar y cuidar a nuestros dependientes a jornada completa.
Afrontamos así un nuevo ciclo en el que sabemos es más necesaria que nunca la unión de todos los colectivos y asociaciones que luchamos por la igualdad. Un 8 de marzo en el que los temas “feministas”, como la necesidad de conciliación, la necesidad de políticas activas de ayuda a la dependencia, la necesidad de una igualdad real que elimine la pobreza estructural que nos afecta… sean un punto de encuentro entre diferentes.
Y es que, pese a las difíciles circunstancias que atravesamos, las asociaciones vecinales, y sus mujeres en primera línea, hemos puesto en el centro de la agenda política la cuestión de los cuidados. Y quizás, y por desgracia, sea este paradójicamente el gran logro de los últimos tiempos. Centenares de Redes de Cuidados impulsadas por asociaciones vecinales han sido el soporte de miles de familias de nuestro estado a la espera del cobro de prestaciones que nunca llegan o atendiendo a nuestros mayores para evitar su exposición al virus.
Nos echamos en falta, en nuestro ADN está el vivir comunitariamente, reunirnos para escucharnos y resolver los conflictos de nuestros barrios, luchar unidas por un barrio más igualitario… pero sabemos que podemos resistir.
Mientras todo pasa, la Red Estatal de Mujeres Vecinales sigue siendo un hilo que comunica la voz de compañeras de las asociaciones vecinales de todo el estado. Compartimos información y análisis pero, y muy especialmente, aguardamos con ansia el momento de volver a encontrarnos y gritar juntas
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