Desde el movimiento vecinal, nuestro apoyo y solidaridad en la lucha de los trabajadores de Schindler
Todos y todas somos la GIESA
Juan Carlos Crespo, responsable de Urbanismo de la FABZ. (publicado hoy, 10-2-2020, en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN)
Hay tres clases de mentiras: la mentira, la maldita mentira y las estadísticas. Esta frase, adjudicada por unos a Benjamin Disraeli y por otros a Mark Twain, bien podría ampliarse a una cuarta categoría con los informes “técnicos”. Eso pensé al leer la noticia relativa al ERE de 119 trabajadores de Schindler.
Un ERE que la empresa justifica en informes por razones de eficiencia y competitividad. Eufemísticamente expediente de regulación de empleo; y sin edulcorantes despido de 119 trabajadores que engrosarán las listas del paro.
La antigua GIESA (Guiral Insdustrias Eléctricas S.A.), hoy Schindler, bien merece una breve reseña histórica. Desde 1945, en la Carretera de Castellón junto a Miguel Servet (manzana comprendida por las calles San Joaquín, Yolanda de Bar, Padre Chaminade y María de Aragón), Joaquín Guiral impulsa su negocio electromecánico focalizado en ascensores, escaleras mecánicas y andenes móviles, en un recinto de 34.000 metros cuadrados. Aunque relacionada con la empresa suiza, será en 1986 cuando Schindler absorba completamente a la empresa aragonesa.
Los viejos del lugar recuerdan de la GIESA su movimiento sindical en los años 50, 60 y 70 de la pasada década, en plena dictadura franquista. El economato y la Hermandad de San Joaquín, mejoras en vestuarios, fin de cacheos de los vigilantes armados con tercerolas, 44 horas semanales, comité de higiene, insonorización de la troqueladora, ropa de trabajo, carros de transporte, impuesto de utilidades asumido por la empresa, primer convenio provincial del metal en 1970, primeras elecciones sindicales, primas colectivas, préstamos para vivienda, obreros en el consejo de administración… son conquistas luchadas con asambleas, paros, huelgas y hasta con la cárcel. Trabajadores, como Manuel Machín, Ángel Gómez, Isidro Pradal o Ramón Górriz, entre otros muchos, y abogados, como Adolfo Burriel, son los artífices de esas conquistas arrancadas a la empresa y no los informes técnicos.
En diciembre de 2004 el ayuntamiento presidido por Belloch (PSOE), con Antonio Gaspar (CHA) como responsable de urbanismo, aprueba el convenio urbanístico que recalifica los terrenos de Schindler, de suelo urbano consolidado de uso industrial a suelo urbano no consolidado de uso residencial, para levantar 421 viviendas, trasladando la factoría a La Cartuja, al polígono industrial Empresarium. Los medios de comunicación zaragozanos informan en su día que “el convenio garantiza a la empresa no sólo cubrir los costes del traslado sino unos sustanciales beneficios”. Curiosamente la valoración municipal del suelo recalificado asciende a 48 millones de euros, frente a los 60 millones tasados por el sector inmobiliario, circunstancia que beneficia, obviamente, a los compradores de dichos suelos.
Quince años después se certifica la defunción de una de las empresas punteras del tejido industrial y productivo de Aragón, mientras la antigua fábrica languidece, entre escombros y ruinas, sin que se atisbe el prometido equipamiento municipal para el barrio y la ciudad pese a la existencia de diferentes informes .
Tal vez, por ello, deberíamos formularnos algunas preguntas. ¿Los argumentos del pelotazo, el urbanismo a la carta y el chantaje de los puestos de trabajos están abonados a nuestra ciudad? ¿Les recuerda esta historia a otras más reciente? ¿Pongamos por caso Pikolín?
Los informes técnicos de Schindler, de parte lógicamente, justifican los despidos por razones de eficiencia y competitividad de la empresa. Y esto me hace recordar a la consejera de Economía, Innovación y Empleo del Ayuntamiento de Zaragoza, Carmen Herrarte, cuando afirma en una sesión plenaria que lo bueno para la empresa es bueno también para sus trabajadores. Obviamente la realidad la contradice: la recalificación fue buena para la empresa y no para sus trabajadores, el despido es bueno para la empresa y no para los trabajadores y sus familias. Por miles y miles de informes que se presenten.
Desde el movimiento vecinal, nuestro apoyo y solidaridad en la lucha de los trabajadores de Schindler. Todos y todas somos la GIESA.
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