Concentración y homenaje a María Domínguez TEXTO y VIDEO

Feb 2, 2021 | 0 Comentarios

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En estos días han sido exhumados los restos de María Domínguez, la primera alcaldesa democrática de España, asesinada por las tropas franquistas en 1936. Un tiro en la cabeza acabó con la  periodista, maestra, poetisa, pionera feminista y comprometida con los derechos sociales, María Domínguez

Desde nuestras concentraciones quisimos hacerle un pequeño homenaje y hacer una LECTURA DE SU VIDA EN PRIMERA PERSONA, metiéndonos por un momento en su piel y haciendo que su legado siga vivo.

María Domínguez

Nací el 1 de abril de 1882 en Pozuelo de Aragón, Zaragoza.

Mis padres eran pobres jornaleros del campo que no sabían leer ni escribir. Naturalmente, a mí también, en cuanto pude, me pusieron a trabajar. Iba a espigar, a vendimiar, arrancar trigo y cebada, a recoger olivas, a lo que salía. En los ratos libres deletreaba todos los impresos que caían en mis manos, romances, libros de ciego, cuentos de la escuela y cosas así. Me gustaba mucho.”

Desde pequeña tuve pasión por el conocimiento y me hizo romper con los moldes de la sociedad en la que me tocó vivir. Aprendí a leer y a escribir de manera autodidacta.

A los 18 años, me obligaron a casarme con Bonifacio Ba Cercé, pero a los 25, cansada de humillaciones y de ser víctima de malos tratos hui a Barcelona, donde trabajé como sirvienta.

No fue fácil, fui denunciada por mi marido y perseguida por la policía pero nunca me detuvieron.

Allí trabajé, viví sola y me formé. Escribí mi primer artículo para el periódico republicano El País.

En 1914, yo tenía 32 años, me instale en Zaragoza y decidí estudiar en la Escuela de Artes y Oficios Además, con los ahorros que había conseguido reunir me compré una máquina de hacer medias para poder ganarme la vida.

Me relacionaba en los círculos republicanos de la capital aragonesa y comencé escribir en El ideal de Aragón.

Trabajaba como maestra, pero como no tenía la titulación, fui a matricularme en la Escuela Normal de Pamplona.

En 1918 me pongo muy enferma. La gripe me atacó muy fuerte, volví a Zaragoza y estuve unos años de reposo, curándome.

Cuando cumplí 40 años,  mi marido, fallece, y soy oficialmente viuda, así que me casó de nuevo, esta vez por amor, con un militante socialista llamado Arturo Segundo Romanos.

Nos instalamos en Gallur, pueblo de la ribera alta de río Ebro, y allí  comenzamos a desarrollar una intensa actividad en el movimiento obrero y socialista, y juntos creamos la sección local de la UGT

Comencé a colaborar en el semanario socialista Vida Nueva de Zaragoza En mis escritos, defendía las ideas feministas, socialistas, pregonaba el papel activo de la mujer y denunciaba las injusticias cercanas.

La inestabilidad del Ayuntamiento de Gallur y la presión popular, llevó a la dimisión en pleno, y eso provocó, que el Gobernador civil conformase una Gestora Municipal conmigo al frente.

Mi gestión municipal fue corta pero intensa.

Apliqué la legislación republicana, constituí bolsas de trabajo para frenar el desempleo, instituí una escuela unitaria de niñas y niños, y ordené limpiar y acondicionar las escuelas para que estos niños y niñas no tuvieran que hacerlo y se dedicaran solo a aprender.

En 1933 tuve que dimitir del cargo por una ley aprobada en el Congreso. Me marché satisfecha pero también desilusionada y cansada de tanta censura.

En ese momento, vuelvo a la escuela, y gracias al impulso de una amiga y gran mujer, Hildegart Rodríguez, publiqué el libro “Opiniones de mujeres”.

Aquí expreso y defiendo los valores feministas: la igualdad de la mujer, la libertad de pensamiento, el sufragio universal, el voto femenino, la ley de divorcio, la lucha contra la opresión, la liberación de los prejuicios culturales y religiosos, la enseñanza, la cultura como motor de cambio y el amor no impuesto sino elegido libremente.

El golpe de Estado del 1936 nos sorprende a mi marido y a mí, nos refugiamos en mi pueblo natal, Pozuelo de Aragón, pero pronto fuimos detenidos y encarcelados por los golpistas.

El 7 de septiembre de 1936 fuimos fusilados en las tapias del cementerio del pueblo vecino.

María Domínguez, la primera alcaldesa.

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