La Federación de Asociaciones de Barrio de Zaragoza ha criticado que un nuevo hospital privado en la ciudad solo servirá para traer enfermos de otras partes de España, y para derivar más pacientes de la pública a la privada
La Federación de Asociaciones de Barrio de Zaragoza (FABZ) ha criticado que un nuevo hospital privado en la ciudad solo servirá para traer enfermos de otras partes de España, y para derivar más pacientes de la pública a la privada para realizar tratamientos y operaciones, «como viene siendo habitual por todos los gobiernos sea cual sea su color, con la consiguiente descapitalización de la sanidad pública»
El Gobierno de la ciudad, PP-Ciudadanos quiere licitar una parcela de suelo privado en el entorno de Valdespartera para la construcción de un complejo hospitalario al que posiblemente opten empresas privadas. Previamente, se tiene que aprobar una modificación parcial y aislada del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que permita trasladar la edificabilidad de una parcela similar sin definición concreta de uso terciario también en ese distrito a la que se proyecta el complejo hospitalario con una superficie edificable de 30.000 metros cuadrados, al final de la avenida Gómez Laguna, junto al Estadio Miralbueno El Olivar y la Cooperativa del Taxi. Desde la FABZ ha preferido no abordar el proyecto desde el punto de vista urbanístico de «recalificación a la carta», sino desde el aspecto sanitario.
Al respecto, han indicado que Zaragoza está bien dotada de camas hospitalarias al tener una red de cinco hospitales públicos, como son el Miguel Servet, Clínico Lozano Blesa, Nuestra Señora de Gracia y Royo Villanova, además de hospital Militar compartido con el Ejército.
Todos ellos suman 2.625 camas hospitalarias públicas y 1.125 privadas, lo que contabilizan 3.750 camas y 674.000 habitantes, «cifra muy superior a la recomendación de la OMS de camas por cada 100.000 habitantes».
A esto se añade la próxima apertura de los nuevos hospitales de Alcañiz y de Teruel, que supondrán una bajada de derivaciones, y por lo tanto un alivio de la presión asistencial en los hospitales de Zaragoza.
No obstante, han observado que hay una «excesiva» concentración hospitalaria en la margen derecha de la ciudad, teniendo en la izquierda un «solo, pequeño y de difícil ampliación hospital como es el Royo Villanova».
Desde la FABZ han apuntado que ese será un problema que se irá agrandando con el tiempo, ya que la margen izquierda de la ciudad es la que puede asumir actualmente un mayor incremento de habitantes por ser una zona más esponjosa y con grandes espacios sin consolidar como la avenida Cataluña, Camino Juslibol, unión del Actur y Parque Goya, y en expansión constructiva, tanto en la capital como en los barrios rurales.
Esta dolorosa situación también ha afectado, y de qué manera, al tejido asociativo de la ciudad, con el cierre de la juntas de distrito y vecinales, centros cívicos, sedes asociativas, espacios culturales, recreativos y deportivos, lo que ha acarreado consecuencias imprevistas para los vecinos y vecinas, acostumbrados a una vida activa ciudadana que, gracias al esfuerzo económico de sucesivas corporaciones y colectivos sociales, ha convertido a Zaragoza en una ciudad muy activa.
La calidad de vida y el bienestar también se mide por la participación de los ciudadanos en la vida comunitaria, y el parón que ha supuesto la pandemia nos mueve a reflexionar sobre esta novedosa situación, y parafraseando el título de la afamada novela de Gabriel García Márquez, entramos en materia, el cierre de actividades asociativas ha supuesto la paralización de cursillos formativos, culturales y recreativos que abarcan desde bandas musicales, rondallas, bailes tradicionales y de salón, toda una pléyade de charlas, debates, presentaciones literarias, cursillos de pintura, fotografía, manualidades, cursos de actividades físicas como yoga, pilates, artes marciales, etc., todas ellas desarrolladas en los centros cívicos o locales de las asociaciones vecinales, cuando no en espacios públicos, y organizadas por ellas, lo que conlleva varios centenares de monitores y profesores sin ingresos.
Pero también en este periodo se han suspendido numerosas fiestas de barrios, y está por ver las que se podrán realizar en fechas cercanas como las hogueras de san Juan, y las demás fiestas populares del calendario previstas durante el verano y otoño, con las consecuencias de pérdida de negocio para la hostelería de barrio, los propios feriantes, grupos musicales, etcétera. Todo amparado por las juntas de distrito y vecinales, con sus comisiones de fiestas y la implicación de las asociaciones vecinales. Esto también conlleva y conllevará la pérdida de ingresos para las entidades organizadoras que se estima cuanto menos del 50% de los presupuestos vigentes. Es evidente que para la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza (FABZ) lo fundamental ahora es conseguir que la ciudad no se pare económica y socialmente, reivindicar «que nadie se quede atrás». No es un eslogan, es un compromiso social para con los trabajadores empobrecidos, las familias más vulnerables, los mayores, pero también el comercio y hostelería de los barrios duramente castigados por el confinamiento. Pero para tener barrios vivos, también es necesario que el tejido asociativo perviva, tanto en su capacidad presupuestaria como para con su voluntariado dinamizar la sociedad civil, y generar también empleo y sinergias económicas.
Propuestas
La Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza con su presencia en la Comisión por el Futuro de Zaragoza, ha presentado y defendido numerosas propuestas, que abarcan desde amplias dotaciones de recursos para Acción Social, un ambicioso plan de rehabilitación de viviendas, medidas para el relanzamiento del comercio y hostelería de barrio, mejoras en la movilidad sostenible, entre otras, pero también el apoyo a la economía social y para el tejido asociativo. Los criterios de cohesión social, sostenibilidad ambiental y participación vecinal tienen que primar en la recuperación de la ciudad, el papel a jugar por las juntas de distrito y vecinales, es fundamental para la reactivación, sin olvidar que es necesaria una amplia reforma de sus capacidades administrativas para la agilización de trámites, así como dotarlas con mayor capacidad económica. El Consejo de Ciudad está llamado a ser pieza clave en la postpandemia, como máximo órgano consultivo y participativo, por lo que es necesario sacarlo de la inercia de la interesada irrelevancia en la que las sucesivas corporaciones lo han sumido.
Si se me permite la licencia literaria al Amor en los tiempos del cólera, no contamos con décadas para el desenlace, el tiempo nos apremia, las asociaciones vecinales arrimarán el hombro solidariamente como siempre lo han hecho en tiempos difíciles para que, en la salida de esta pandemia, se minimicen las diferencias sociales y se recuperen las actividades cívicas en los barrios populares.
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