El «Ideal » de Belleza puede producir La Insatisfacción Corporal, que puede ser causada por diversos factores.
Por unos BARRIOS SANOS.
La insatisfacción corporal es algo común durante la preadolescencia y adolescencia y puede formar parte de su desarrollo hacia la adultez. Sin embargo, cuando esa insatisfacción corporal afecta a la calidad de vida, a la salud física, mental o emocional de nuestro hijo y/o hija, debemos actuar inmediatamente.
La insatisfacción corporal se refiere al malestar que una persona experimenta con su propio cuerpo o su apariencia física. La imagen corporal se construye por la percepción que tenemos del cuerpo y ésta nos hace sentir de una forma determinada, influyendo en nuestra autoestima de forma determinante.
La imagen corporal puede ser causada por diversos factores, como lo estándares de belleza, la crianza, la cultura de la dieta o factores personales, entre otros.
Las redes sociales ofrecen muchas ventajas a nuestros hijos y/o hijas, pero hay algunos riesgos relacionados con su percepción corporal. Sabemos que es difícil, pero como padres y madres debemos fomentar en ellos una actitud crítica antes los medios y la publicidad, que nos vende un canon de belleza impuesto por una sociedad consumista que nos lleva a sentirnos insatisfechos con nuestra imagen corporal.
Comentarios como “Estoy gorda, estoy gordo” o “Qué guapa se ha quedado tan delgada!” sobre nuestra propia apariencia corporal o sobre el cuerpo de otras personas, pueden condicionar su percepción, naturalizando las valoraciones sobre los cuerpos, y la exaltación de la delgadez como símbolo de éxito y belleza.
Algunos estudios dicen que promover un ideal estético de delgadez como ‘canon de belleza’ afecta a la satisfacción corporal de los adolescentes y, paralelamente, a su autoestima, influyendo en el desarrollo de estereotipos corporales.
La insatisfacción corporal en un factor de riesgo para sufrir problemas psicológicos graves como son los trastornos de la conducta alimentaria, depresión, ansiedad y trastornos emocionales.
Los temas más buscados en las redes entre los jóvenes son ‘cuidado personal’, ‘adelgazar’, ‘dieta’, etc.
Si nuestro hijo y/o hija se preocupa en exceso por su peso, su imagen corporal, su apariencia física, si cambia de repente sus hábitos alimenticios, hace ejercicio de forma excesiva, evita los encuentros sociales, cambia de humor frecuentemente, ¡atentos/as! Algunas señales que nos permiten detectar si nuestro hijo y/o hija está sufriendo problemas con su autoimagen son las siguientes:
- Percibimos una preocupación excesiva por su imagen, su peso y su apariencia.
- Cambia sus hábitos alimenticios, come muy poco o demasiado, se salta comidas, sube o baja de peso de forma significativa en poco tiempo.
- Realiza actividad física excesiva u obsesiva con la intención de cambiar su apariencia física.
- Se aísla de familiares y/o amigos, evita situaciones sociales.
- Baja su rendimiento escolar y su motivación, mostrando apatía y falta de interés para hacer cosas.
- Tiene cambios de humor, como irritabilidad, tristeza o ansiedad.
Debemos comprender que la preocupación de nuestros hijos y/o hijas por la imagen corporal es algo transitorio, que irá disminuyendo conforme crezcan, pero que puede provocarles conflictos durante esta etapa. Estos conflictos pueden prolongarse en un futuro generando graves problemas personales, si no actuamos ante las señales de alarma.
Algunas acciones que pueden ayudarnos:
- Desarrollar la actitud crítica ante el consumo de medios y la imagen ideal que nos venden.
- Valorar positivamente la diversidad corporal. Todos los cuerpos son valiosos, adecuados y perfectos.
- Mostrar actitudes coherentes evitando hablar sobre el aspecto físico de otras personas o manifestar nuestra propia insatisfacción corporal. No realizando comentarios despectivos sobre los cuerpos de los demás ni el nuestro propio.
- Reforzar sus virtudes como persona, resaltar sus logros personales, comprender sus cambios físicos e infundirle confianza en sí mismo/a.
- Realizar las comidas, siempre que se pueda, sentados, en familia, evitando hablar de forma negativa de los alimentos o siguiendo patrones de la cultura de la dieta.
- Brindar una alimentación variada y equilibrada, transmitiéndoles los efectos positivos sobre su cuerpo.
- Usar la técnica del ‘no ofrecer, no prohibir’ alimentos ultraprocesados, bollería industrial…
Los y las adolescentes suelen guiarse por normas externas que han aprendido, puesto que han tenido muy pocas oportunidades de aprender desde la experiencia. Así, idealizan el cuerpo de la mujer o del hombre, el amor, ideales románticos, relaciones de pareja, la maternidad, sus primeras prácticas eróticas, etc.
Si las expectativas marcadas son inalcanzables se corre el riesgo de vivir una sexualidad y unas relaciones eróticas continuamente frustrantes.
¿Cómo evitarlo? Podemos educar desde la infancia en las diferencias entre realidad y deseo, ayudarles a que se sientas comprendidos y apoyados, intentar que valoren las opciones y que anticipen las consecuencias de sus decisiones.
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