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La Comisión de Personas Mayores de la FABZ celebró ayer 1 de octubre el Día Internacional de las Personas Mayores con una jornada en el Centro Joaquín Roncal, dedicada a uno de los grandes retos sociales de nuestro tiempo: la soledad no deseada.
La cita reunió a decenas de personas mayores, entidades sociales y representantes vecinales en una tarde que combinó reflexión, experiencias y reivindicación, con un mensaje claro: Nadie debería envejecer en soledad si no lo desea.
Por la mañana se celebró una concentración en la Plaza de España a las 12 de la mañana donde Pilar Martínez, responsable de Mayores de la FABZ leyó el manifiesto:
Hoy, 1 de octubre, Día Internacional de las Personas Mayores, nos encontramos aquí, en la Plaza de España, para visibilizar, reflexionar y comprometernos frente a un reto que atraviesa nuestras calles y hogares: la soledad no deseada.
La soledad no deseada no entiende de edades, pero sabemos que golpea con especial fuerza a las personas mayores. En una sociedad que a menudo mira hacia otro lado, muchas personas viven sus días sin compañía, sin voz y sin la certeza de que alguien se preocupe por ellas.
No hablamos de la soledad elegida, esa que puede ser espacio de calma, autonomía y reflexión. Hablamos de la soledad impuesta, de la que hiere, de la que se sufre en silencio. De esa soledad que aparece cuando se pierden vínculos, cuando se rompe la red familiar, cuando los amigos faltan o la salud limita.
La soledad no deseada no es solo una experiencia personal, es un problema social. Y como tal, requiere ser abordada colectivamente.
La soledad del día a día
Quienes cuidan, muchas veces, lo hacen también en soledad. Las cuidadoras y cuidadores —la mayoría mujeres— sostienen la vida de sus seres queridos, pero demasiadas veces quedan invisibilizadas, agotadas, sin apoyo emocional ni recursos suficientes.
En nuestros barrios vemos a mayores que apenas cruzan el umbral de su puerta, que esperan durante días una llamada, una visita, un saludo en la escalera. Vemos cómo la falta de transporte accesible, de servicios de proximidad y de espacios comunitarios dificulta mantener el contacto con la vida social.
La soledad duele. Y no solo en el alma: sabemos que aumenta el riesgo de depresión, de enfermedades físicas y de dependencia. La soledad mata en silencio.
Lo que reivindicamos
Por todo ello, desde la Comisión de Personas Mayores de la FABZ reclamamos:
- Que la soledad no deseada sea reconocida como una prioridad social y sanitaria, con planes específicos y financiación estable.
- Refuerzo de los servicios públicos, con más profesionales, programas de acompañamiento, atención domiciliaria y centros de día accesibles.
- Apoyo real a las personas cuidadoras, ofreciendo descanso, formación y recursos para que no carguen solas con un peso que es de toda la sociedad.
- Impulso a proyectos comunitarios y de barrio, porque es en las plazas, en los centros sociales, en las asociaciones y en las calles donde tejemos redes que dan sentido y compañía.
- Fomentar la participación activa de las personas mayores, no solo como receptoras de cuidados, sino como protagonistas de la vida cultural, vecinal y política.
- Construir ciudades cuidadoras y accesibles, donde nadie quede encerrado por falta de movilidad, donde cada persona mayor tenga cerca servicios, compañía y espacios para encontrarse.
Un compromiso de todos y todas
Hoy no hablamos solo de las personas mayores. La soledad no deseada nos concierne a todos. Porque todas y todos seremos mayores, y porque todos necesitamos sentirnos parte de una comunidad.
Combatir la soledad no deseada no es un lujo, es un deber ético y social. Es una tarea compartida entre instituciones, entidades sociales, familias y vecindad. Y también es una tarea cotidiana: está en un “buenos días” en el portal, en una visita, en escuchar con calma, en ofrecer nuestro tiempo.
No podemos permitirnos normalizar la soledad impuesta. No podemos resignarnos a que la vejez signifique aislamiento.
Con perspectiva
Queremos una ciudad donde las personas mayores puedan envejecer con dignidad, con compañía y con proyectos de vida. Queremos barrios donde la vejez no sea sinónimo de soledad, sino de experiencia compartida, de saber transmitido, de respeto y de alegría.
Porque una ciudad que cuida a sus mayores es una ciudad que se cuida a sí misma.
Porque la soledad no deseada se combate con comunidad, con políticas valientes y con la solidaridad de cada día.Porque todas y todos tenemos derecho a envejecer acompañados, con dignidad y con voz.
Hoy, desde Zaragoza, en nombre de nuestras personas mayores, afirmamos con fuerza:
¡Nadie debería envejecer en soledad si no lo desea!



Por la tarde, fue la encargada de abrir el encuentro en el Joaquín Roncal dando la bienvenida a los asistentes y subrayando la importancia de poner el foco en la soledad no deseada:
La soledad no deseada no es una elección, sino una realidad que afecta a miles de personas en nuestros barrios. Es una experiencia dura, que deteriora la salud y limita derechos, pero frente a la cual sabemos que hay alternativas: la compañía, la comunidad y el compromiso colectivo.
Esta jornada quiere ser un espacio de reflexión y también de expectativas. Queremos hablar de las distintas soledades, de cómo se viven y de cómo podemos afrontarlas colectivamente. Queremos dar voz a proyectos que ya están generando comunidad, a experiencias que demuestran que siempre es posible abrir caminos para no estar solos.
El programa arrancó con la intervención de AFEDAZ, la Asociación de Familiares de Personas con Alzheimer, que reflexionó sobre “Las soledades del cuidador”. Un tema que, como se recordó, a menudo pasa desapercibido pese a ser fundamental: las personas cuidadoras —en su mayoría mujeres— sostienen la vida de sus seres queridos, muchas veces en silencio y con escasos recursos, sufriendo también situaciones de aislamiento.
A continuación, la Fundación El Tranvía presentó su Proyecto MÁS BARRIO, una iniciativa en el barrio de Las Fuentes que combate la soledad no deseada tejiendo redes vecinales, impulsando actividades comunitarias y creando espacios de encuentro.
El testimonio inspirador llegó de la mano de “Las Abuelas Viajeras”, un grupo de cinco amigas(Tere Cresco, Maite Comadrán, Carmen Verni, Carmen Sánchez y Pilar Franco, que demuestran que la edad no es un límite para seguir aprendiendo, explorando y compartiendo. Su vitalidad y su apuesta por vivir activamente son, como ellas mismas dijeron, “una gran medicina contra la soledad”.
La jornada se cerró con la actuación de El Nene de la Vega, quien ofreció un repertorio de canciones y charradas que llenaron la sala de emoción y compañía, recordando que la música es también un poderoso antídoto contra el aislamiento.
Se concluyó con palabras de agradecimiento y compromiso por parte de Pilar Martínez, quien recordó que la soledad no deseada no puede afrontarse de manera individual, sino como un reto social y comunitario: “Sigamos construyendo barrios vivos, cercanos y solidarios, donde envejecer sea sinónimo de dignidad, compañía y comunidad.”




















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